lunes, 4 de abril de 2011

LA DIDÁCTICA DEL PATRIMONIO CULTURAL COMO ELEMENTO TRANSFORMADOR EN LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA



En los últimos años, y con el auge y diversificación del concepto de “Patrimonio”, se está configurando una voluntad generalizada sobre la necesidad de que éste se incorpore a los procesos educativos, tanto en los escenarios formales (colegios, universidades) como en los abiertos (museos, centros de interpretación, yacimientos arqueológicos, monumentos, etc). Este proceso, aunque en algunos países de Europa ya está en marcha, en Venezuela todavía se dan pasos tímidos en ese sentido.
Una de sus características es la superación de las presentaciones clásicas del Patrimonio Histórico, hasta ahora ligadas sistemáticamente a la Historia del Arte. Otros contenidos, también otros valores, aparecen cada vez con más fuerza entre los mensajes de referencia: así la perspectiva socioeconómica, la identitaria, los protocolos de los propios investigadores o el simple respeto hacia los valores ecológicos inherentes al patrimonio.
La necesidad de generar ideas innovadoras que conduzcan a una nueva forma de enseñanza de la historia, ha permitido evaluar un conjunto de alternativas dirigidas a comprender los elementos que intervienen en el proceso y que han generado desinterés por la asignatura en el alumnado.
La sucesión interminable de fechas y de nombres de personajes “importantes” que conlleva a una necesaria memorización y la odiosa forma en la cual se excluye a una inmensa mayoría de hombres y mujeres que no entran en esa categoría, ha conducido a enseñar una historia cargada de elementos épicos, protagonizados por “héroes” transfigurados en semidioses, con los cuales la interacción resulta hasta incómoda.
La didáctica del Patrimonio cultural se convierte en una herramienta importante para la creación de estrategias que permitan generar conocimiento de una manera amena y distinta. Así, el objeto de este proyecto es ahondar en el estudio del patrimonio cultural e investigar sus posibilidades pedagógicas en la enseñanza de la historia y, a la vez, pretende generar elementos de valoración del patrimonio por parte de los alumnos, introduciendo conceptos como cultura, tradición, patrimonio, identidad, bien cultural, etc.
Se busca con esto, motivar a los alumnos para que conozcan y valoren su patrimonio, que enriquezcan su vocabulario con la adquisición y delimitación de nuevos conceptos, y que manejen una metodología de trabajo que les ayude a alcanzar los contenidos, habilidades, estrategias y valores propuestos como objetivos en las programaciones pedagógicas en los distintos planteles.

La investigación educativa pretende comprender la realidad, saber qué pasa, y por qué, cuandose enseña y se aprende. Este conocimiento debe de ir dirigido a la Transformación de la realidad, a la innovación de las prácticas educativas y a la superación de prácticas obsoletas. Sólo con unas prácticas educativas, y con unos contenidos adecuados a nuestra realidad podremos preparar a las nuevas generaciones para ubicarse ante el mundo y sus problemas y sólo así conseguiremos comprometerlos para que sean agentes de la construcción del futuro.

El objeto de estudio de esta investigación es el papel que desarrolla el patrimonio cultural en la enseñanza. Se quiere conocer cuál es su presencia como contenido educativo, pero no se pretende analizar ni valorar la realidad educativa en sí misma. Es decir, la finalidad última de la investigación no es el estudio de un grupo o de una realidad educativa, sino el uso educativo que se hace de un contenido –el patrimonio cultural- y su tratamiento didáctico.

Por eso, consideramos que el interés de la investigación que estamos realizando se centra fundamentalmente en el uso didáctico del patrimonio cultural y del medio social y cultural. Tanto el patrimonio como el medio son elementos educativos que favorecen la construcción de una consciencia histórica, la formación de un pensamiento social crítico y el desarrollo de una consciencia social democrática que debería permitir al alumnado entender mejor el pasado que le rodea, valorar la complejidad del presente, y participar activamente en la construcción del futuro personal y social.

El objetivo de esta investigación es diseñar un instrumento para analizar el uso y el valor educativo del patrimonio cultural tanto en los programas, los manuales y los materiales educativos de museos, como en el pensamiento del profesorado y de expertos y en la práctica educativa diaria.

Para ello utilizaremos una metodología que responda a los principios de la investigación cualitativa y etnográfica. Se utilizara aquellas técnicas y métodos que permiten observar y analizar la presencia y el valor educativo que se otorga al patrimonio cultural en los diferencies ámbitos escogidos (programas, manuales, materiales educativos, opiniones de profesores y expertos, etc.), además de seguir los principios planteados desde la etnografía educativa para la recogida de datos (encuestas, entrevistas, observación participante, recogida de documentación). Van der Maren (1995)

El diseño metodológico en ningún momento ha sido rígido. Al contrario, se empezó por una pregunta bastante amplia y se escogió un escenario. La constante revisión y el análisis de la información recogida se han ido convirtiendo en la guía de la investigación (Evertson-Green, 1997). Es decir, se ha producido un proceso de carácter reflexivo desde el primer momento que ha permitido generar una dinámica de revisión constante.

Por eso, consideramos que podemos afirmar que el diseño ha seguido un proceso emergente, progresivo y flexible, fruto de la interacción entre la teoría construida y la realidad observada y analizada. La elección de los ámbitos de estudio ha comportado el uso de diversos instrumentos y métodos de recogida de datos.

Esta investigación pretende ser: cualitativa, porque es inductiva, subjetiva, generativa y constructiva. Es inductiva porque surge de la observación de una situación, de una realidad, de unos planteamientos teóricos, que orientan la recogida de los datos. Es subjetiva porque el investigador ha filtrado la recogida de datos, desde el inicio hasta su análisis y su interpretación posterior. Es generativa porque intenta establecer categorías conceptuales a partir de la descripción sistemática de los fenómenos y variables observados. Y es constructiva porque las unidades de análisis van surgiendo en el transcurso de la investigación; y - una investigación etnográfica centrada en una realidad geográfica relativamente pequeña y homogénea: el Estado Vargas.

El concepto de patrimonio es una síntesis de los conceptos francés (patrimoine) e inglés (heritage), en que cada uno pone el énfasis en un aspecto diferente (Krebs-Schmidt, 1999). El concepto francés pone el acento sobre aquello que se hereda de los antecesores, en aquello que han ido dejando las generaciones anteriores. Y el concepto inglés incide en aquello que se transmite a los descendientes, a las generaciones futuras. No obstante, ambos conceptos hacen referencia a la afiliación y a la identidad.

La afiliación y la identidad son dos conceptos importantes en el proceso de construcción personal y social. El proceso de socialización es también un proceso de individualización, ya que mientras las personas se van formando como seres sociales, políticos y culturales en la sociedad, también van construyendo su identidad como personas individuales y únicas.

La expresión de patrimonio referida a la herencia colectiva no tiene una historia demasiado larga. Se utilizó esporádicamente durante el siglo XIX y solo adquirió naturaleza administrativa y jurídica en el mundo occidental durante la primera mitad del siglo XX. Y no fue hasta el final de la II Guerra Mundial que empezó a delimitarse y a usarse en el ámbito internacional. Actualmente, se tiende a utilizar el concepto de patrimonio cultural porque se considera que refleja un nuevo espacio donde se puede aprender a valorar y a conocer la identidad de una persona, pero también de un colectivo.

Las nuevas conceptualizaciones sobre el patrimonio cultural se fundamentan en las aportaciones que se han hecho desde algunas ciencias sociales como la antropología y la historia. Por eso, se utiliza cada vez más el concepto de patrimonio cultural, ya que se considera que refleja un nuevo espacio donde se puede aprender a valorar y a conocer la identidad de un colectivo.

El patrimonio cultural representa una concepción más integradora, y permite comprender que el presente se ha configurado a través del tiempo, a partir de las decisiones que las personas han ido tomando en cada momento. Es decir, se plantea que el patrimonio es la representación de lo que se ha denominado el pasado que tenemos presente en la escuela francesa.
Desde la antropología se considera que el patrimonio está formado por objetos que perduran en el tiempo. Estos objetos son los vehículos de una serie de significados, tienen una carga simbólica, que adoptan según la percepción de los receptores, que son los encargados de patrimonializarlos y, por lo tanto, de convertirlos en heredables. Pero no se debe olvidar que la relación y la vinculación que se establece entre los elementos patrimoniales y las comunidades (sociedades, grupos, etc.) es una construcción social, por lo que todo el mundo es libre de aceptar o de rechazar la herencia, en su totalidad o en parte. Por lo tanto, no es suficiente transmitir, es necesario que quien herede, acepte. El patrimonio debe ser reconocido e identificado por las generaciones futuras para inscribirse en un proceso de continuidad que se proyecte hacia el futuro.

Desde la historia se habla de fuentes históricas, teniendo en cuenta que una fuente es todo aquel objeto material, símbolo o discurso, que procede de la creatividad humana, a través del cual se puede inferir algún conocimiento una determinada situación social en el tiempo. Por esta razón, se puede afirmar que la diversidad de fuentes es prácticamente infinita, porque es todo aquello que las personas dicen o escriben, todo aquello que transforman o construyen, todo aquello que tocan y sienten.

Una fuente es cualquier realidad que pueda aportar testimonio, huella o reliquia. Estas ideas de herencia y de significado permiten que los objetos se conviertan en una puerta hacia el pasado, transmiten directamente las noticias y las sensaciones que provienen de un tiempo anterior. Son la manera de mantener el contacto, porque mientras el tiempo pasa, el espacio se llena de objetos, convirtiéndolos así en la evidencia, en una prueba.

Cuando en los objetos confluyen una identidad y unos valores, entonces estos se sacralizan y adquieren un carácter casi inmutable. Es decir, se convierten en un símbolo a partir del cual expresar de manera sintética y efectiva unas creencias y unas ideas. Por eso, se puede afirmar que cualquier elemento cultural puede convertirse en patrimonio, pero para ello debe ser previamente “activado”, es decir, se le ha de conferir una carga simbólica importante que refuerce los discursos identitarios y promueva adhesiones.

El patrimonio se convierte así en un elemento clave en el debate ideológico, que constantemente se está reactualizando. La actuación sobre el patrimonio, no es neutral ni la selección es objetiva y menos cuando todo el mundo es consciente que no se puede conservar todo y que por lo tanto, proteger unos elementos patrimoniales u otros supone escoger y seleccionar con unos criterios. De aquí la importancia de la educación como instrumento para construir los fundamentos de las “voluntades” a favor de la conservación y la preservación del patrimonio. Pero en este proceso hay que explicitar a las nuevas generaciones que el sentido que se otorga en el presente a los elementos patrimoniales es diferente al que tenían en su creación, por lo que el contexto adquiere una especial importancia. Hay que enseñarles que el patrimonio debe ser repensado por cada generación.

El concepto de patrimonio cultural está experimentando continuamente un proceso de reconstrucción, seguramente porque no es un medio o un recurso para conocer el pasado y construir la historia, sino que es la historia evidenciada, aquello que queda del pasado y que desde el presente se le otorga valor. Por eso está en constante evolución y cambio (Hernández 2003). El patrimonio es “el anclaje de la memoria” (Nora, 1987). Por eso se considera que su pérdida es irreparable para el individuo, para la comunidad y también para la humanidad en general.

Teniendo en cuenta todas las aportaciones que se han hecho sobre el patrimonio y su didáctica, se puede afirmar que el proceso de enseñanza aprendizaje de la historia mediante el patrimonio debe de ayudar a situar al alumnado en el mundo, en la sociedad. Así, el patrimonio cultural debe contribuir a despertar actitudes críticas y reflexivas hacia el pasado y el presente, para que el alumnado sea capaz de implicarse de forma activa y constructiva en su medio social, cultural y política. Y a la vez, aprender a ser respetuoso con otras formas de vida, con otras maneras de pensar y de sentir, en definitiva, con el resto de culturas que nos rodean.

La escuela puede ser una de las instituciones que relacionen la sociedad y el patrimonio, ya que tiene la estructura y los medios necesarios. Además, es uno de los lugares donde los jóvenes pasan más tiempo y donde se socializan hasta su incorporación en el mundo laboral. La escuela puede contribuir a formar un alumnado que sea capaz de comprometerse y de desarrollar una actitud crítica que garantice la preservación y la conservación del patrimonio.

El objetivo es ir conquistando progresivamente la autonomía personal, el descubrimiento de la alteridad, la toma de conciencia de la identidad, y a partir de aquí desarrollar el respeto, la cooperación, la implicación responsable y el compromiso democrático de la ciudadanía (Fernández, 2003). La finalidad educativa es fomentar la participación, la implicación y el compromiso mediante la construcción de una conciencia histórica que permita al alumnado darse cuenta de su protagonismo en la construcción de un futuro mejor.

Finalmente, y como ya hemos mencionado, el concepto de patrimonio cultural está experimentando continuamente un proceso de cambio constante por el hecho de ser una construcción social. Por ello, los discursos que lo interpretan y que deciden qué debe permanecer y qué puede desaparecer obligan a la revisión constante.

A nivel educativo, consideramos que el patrimonio cultural debería ser considerado como un contenido y como un recurso didáctico a partir del cual ayudar y favorecer la construcción de una ciudadanía responsable y comprometida con su presente y que trabaje para mejorar el futuro.



REFERENCIAS

EVERTSON, C.M.- GREEN, J.L. (1997) “La observación como indagación y método” en WITTROCK, M.C. (comp.) La investigación de la enseñanza. II Métodos cualitativos y de observación. Barcelona: Paidós.

HERNÁNDEZ, F.X. (2003) “El patrimonio como recurso en la enseñanza de las ciencias sociales” en BALLESTEROS, D.-FERNÁNDEZ, C.-MOLINA, J.A.-MORENO, P. (coords.) El patrimonio y la didáctica de las ciencias sociales. Cuenca: AUPDCS-Universidad de Castilla La Mancha..

KREBS, M.-SCHIMDT-HEBBEL, K. (1999) “Patrimonio cultural: aspectos económicos y políticas de protección” en Perspectivas en política, economía y gestión,



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